miércoles, 13 de mayo de 2015

[EVIDENCIAS 9: ORTOEDROS]

Alberto inocentemente juega a ser Dios, mientras la tarde se desploma azarosa y rojiza por cada uno de los rincones del espacio. Para ello ha construido o creado, si se quiere, un objeto extraño, peculiar, que es ancho, largo y profundo. Objeto con el que habla profusamente por horas enteras.

Desde muchos puntos de vista dicho objeto es casi idéntico a él mismo. Como si fuera una imagen impresa de su imaginación, metonímica.

Y Alberto, el niño, ya no está solo.

Mientras tanto, en otro tiempo muy lejano, de estrellas que ya no existen, un Dios repleto de silencios escanea su imagen y la pone a jugar, metafóricamente.  

Y es como si vivieran en una caja, o como si ambos habitaran un cajón. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario