martes, 1 de diciembre de 2015

[LA SENDA DEL CRUCIFIJO]

Hay un muerto en una esquina.           
Es como una cruz que abriga                
como si enseña y obliga,                        
a los pies del que camina                      
con tanta fe que imagina                      
la senda del crucifijo,                             
que ampara como un cobijo                 
y nutre cual alimento                            
al ánimo con su aliento.                        
Sí, es un muerto, ¡soy yo, tu hijo!        

Sin vigor ni epifanía
yago solo sin sentido
en una esquina tendido,
si hasta fácil se diría
que he muerto por insanía
producida por espanto
que ocasionó la que tanto
en ausencia me ha dejado
y sin haber esperado
que se termine éste canto.

Es igual cruz que señala
en el lugar de la esquina
a la muerte que se inclina
por buscar de lo que exhala
su pasión que ya no inhala
la senda del crucifijo
que se vuelve un acertijo
como fiero y desalmado.
Muerto al fin lo has aceptado: 
si es un muerto, ¡soy yo, tu hijo!


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