Digo a mi hijo: - “De noche
para dormir
siempre dejo
la puerta abierta
no vaya a ser
que los sueños
que espero
no tengan
por donde entrar”
Él: - “pero padre
no seas infantil
los sueños
solo
entran
por la ventana”
Miro a mi hijo
de seis años
y una duda
inmensa como el mar
invade mi retina:
esos golpes
la otra noche
en mi ventana
que yo creí del viento
y me apresuré
a cerrarlas
no habrán sido de…
No!
prefiero creer
que todavía
están a llegar
Sin embargo
por si acaso
desde hoy mismo
dejaré entrar al viento
con mi ventana abierta
de par en par
y cerraré fuerte la puerta
no vaya ha ser que por ahí se escape
una buena noche de éstas
mi ingenua madurez.
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