jueves, 21 de abril de 2016

[LA MUERTE QUE CONSIENTE A LOS POETAS]


ojala que cuando mi muerte llegue
me encuentre sentado en un sillón
muy tranquilo[1] y que sea como si me palmearan la espalda
y me digan "ven/ ya es hora"

ojala que esté solo
digo para no preocupar a nadie
o para que nadie vea mi último momento
como algo tan excepcional
no / que sea de igual forma que cuando uno entra en sueño
de igual forma que cuando uno entra[2]

ojala que sea de tarde para irme con el día
para creer que sol se va conmigo
para tener esa calidad sensación que se diluye en cobardía
cuando arremete feroz la expiración y mi enemigo
y sean los matices coloridos del crepúsculo
los últimos tonos que se guardarán en tan sentido opúsculo

y ojala que esté mirando a lo lejos
de un profundo ventanal que de a la vida
y que sea como mirar dentro de espejos
límpidos y vívidos y no sea la misma huida
la tentación de mi imagen lejanamente de mis ojos

sólo de esa forma juro
que no opondré resistencia alguna
y me dejare llevar de la mano
o de dónde sea
hacia el lugar donde fuera

pero cuidado
que no aceptaré que me lleven
de ninguna otra manera!

uds ya saben
sino ocurre así
como digo aquí
es porque la muerte
me secuestro
sin consentimiento alguno
y de ser así
apenas pueda
trataré de huir
porque no puede ser
que ni morir como uno quiera
ya se pueda

“ya va/ ya voy!”[3]


[1] No como ahora que como locos golpean a mi puerta!
[2] Inesperada forma de decir lo mismo sin decirlo.
[3] Tal parece responde a los golpes en la puerta. Por detrás de la misma unos hombres fornidos e impacientes, cansados de esperar, dejan un confortable sillón que han traído y se marchan.

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