lunes, 6 de febrero de 2017

[EL COPISTA]

En el año 1032 de nuestro Señor Jesucristo
un hombre cuyo nombre era Juan de Vital
escribió sobre un arruinado pergamino:
“clarea a contra rosa como en un vitral”.

Ya en el año 185 de nuestro Señor Jesucristo
en carta de respuesta al apóstol San Pablo
algún filipense escribió sobre un papiro:
“clarea a través de la rosa que se abrió”.

En un cuento Chino de procedencia uigur
probablemente en la dinastía Shang
se escribió en la caparazón de una tortuga:
"aclara el día en el loto de esmalte azur".

En la histórica epopeya de Gilgamesh
natural de Urk, Inanna la diosa que ama,
cincela sobre la arcilla y en idioma acadio:
"contigo la rosa amanece como en llama".

Ya en el año 1781 de nuestra era, ésta vez en Cuzco,
y en idioma aimará, antes de su ejecución,
la mujer de Tupac escribió en un papel:
“el día amanece en una rosa sin son”

***

¿Será posible que a través de tanta historia
el hombre copie la mirada de la rosa?
¿o es que acaso el signo de forma milagrosa
atrapa la continuidad con su memoria?

¡Es el hombre el que así se copia cuando escribe
viendo el día por cada flor, en cada rosa,
sosteniendo en el signo al tiempo y su furiosa
acometida con la muerte tan proclive!


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