viernes, 3 de marzo de 2017

[UNA TARDE DE AMOR]

La hora de la tarde se puso inquieta
y soterró su audacia el firmamento
desgranándose de manera cierta
la fe ciega en la hora mansa del tiempo.

Quieto. Quieto el páramo y su secreto
como está quieto el pájaro indiscreto
que aguarda sosteniendo que lo viejo
es signo de su trino tan incierto.

Móvil. Móvil la forma de la vida
que ha parado de golpe sin medida
el ritmo de las cosas tan sentidas
cayendo en el abismo sin salida.

Y en tardes grises de tantas ausencias
tu sombra que me asombra sin medida
como en ésta hora embiste tu presencia
sombra que tu sombra hila mi conciencia.

¿De dónde has salido mujer, de dónde?
¿Qué serán de esos pasos que se esconden
en mis tarde de huidas y sin nombres?
¿Cómo serán, desde cuando y hasta dónde?

Así, eres la propia tarde inminente
que se abate de repente y estridente
en la memoria obstinada de siempre
que tanto me convence y que me miente.

Amo esta tarde de amor impensada
quieta, móvil, tan repleta de nada
donde emergen de letras las palabras
y tú, amor, que presagias la mañana.

La hora de la tarde ya no está quieta
si es que busco en tu cuerpo la respuesta
que la hora gris nunca da y nunca acierta,
más tu cuerpo, ¡ay tu cuerpo cuanto aprieta!


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