He
terminado de leer un libro, debo confesar, que me atrapó desde las primeras
páginas: La Sombra del Viento de
Carlos Ruiz Zafón (Editorial Planeta 2003). El relato nos zambulle en un mundo
de libros y de intriga que apasiona y nos va envolviendo en permanentes
bifurcaciones que se despliegan como un mapa de laberintos intrincados, y juega
con niveles narrativos que sorprende y estimula permanentemente a la adicción
del lector. Me hundí en el libro con la certeza de haber encontrado una obra
innovadora y bien escrita. Sin embargo debo confesar también una profunda
desilusión. Es que ya para el final de la novela, cuando la intriga se ha
develado y el rompecabezas se ha armado laboriosamente, arremete un final inesperado,
como de Corin Tellado, o al
mejor (¿?) estilo Hollywood, al cabo solo faltan los estampidos y los
estruendos de los juegos de artificio. A
la sazón una profunda decepción. Pudiendo el autor haber contribuido con un
verdadero hallazgo literario (visión por lo menos de quien escribe este modesto
comentario), es decir un relato que se inicia a partir de la construcción de un
personaje, que luego vira en narrador. Pues bien, éste narrador se queda
en la puerta del hallazgo, por ejemplo con tan solo introducir abiertamente al
autor, otrora personaje (Julián Carax) para que cierre el relato, trastocando
toda la cabeza del lector, una suerte de “banda
de Möbius” donde la realidad se vuelve en un punto
indescifrable, ficción y viceversa. No. El hombre, repentinamente, prefiere el
camino del best seller, la promesa de la
felicidad eterna, del amor y de la ausencia, resolución de todos los conflictos
y, seguramente la mejor paga. ¡Qué picardía! Y uno quiere suponer que el autor
de tan intrincado relato no terminó cediendo a las sugerencias editoriales de
los que monitorean las diferentes reacciones de los lectores frente a una
historia cualquiera. Sería más lamentable todavía. Sin embargo creo que esto
nos lleva a una pregunta fundamental de la literatura: ¿para quién escribe un escritor?
Creo que no hay respuesta precisa a ésta pregunta. Por otro lado, sí tengo la
certeza de que, dependiendo de cómo una responda a ésta pregunta se va a
convertir en un escritor de milenios o tan solo, en uno de miles de ejemplares.
MG, 07/01/2012
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