Y el muchacho alcanzó a percibir la mirada distante
¡de modo alguno eran esos mismos ojos que miraban!
Es decir/ pudieron sí haber sido los mismos exactos
ojos pero no/ no eran los mismos ojos que miraban
Todo era muy distinto en la expresión ¡tan
desconocida!
como si el azul dejase de ser azul siendo azul
o el árbol dejara de ser la sombra por ser marrón
El muchacho entendió entonces ya bien tarde en demasía
que el tiempo es extraño y se refugia siempre entre
los párpados
justo ahí hecha nido su querencia: anida en la mirada
luz perpetua del espacio que navega entre las cosas
Y entonces ve con claridad entre respiro y respiro
como el mundo va adquiriendo la manera de su nombre
el de ella/ el de mucho tiempo antes de ese basto día
en que el viento embozado le arrebatara de una vez
la luz atenta de su mirada ¡ahora tan herida!
Cerró entonces con lentitud sus propios ojos exhaustos
y fue como si de pronto se diera vuelta una página
al tiempo que se cubrió de oscuridad por un instante
¡estaba tan extrañamente tranquilo/ desusado!
con el convencimiento de que el nuevo día yacía
detrás de sus ojos atascados de polvo y de olvido
- ¿Culpable de qué?/ Recapacitó por un instante
Y en verdad /se dijo/ que solo me eche culpa la muerte
por haberla visto morir de tan temprana manera
Poema publicado en ESCRIBIR POR SI ACASO (Ed Chiado, 2015) pág 52.-
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