lunes, 25 de agosto de 2014

[AQUELLOS DOMINGOS]



Cae el pétalo
de la flor 
marchita
sobre
el arcano
suelo de tierra

Un niño 
patea una 
pelota
contra
un portón oxidado de indiferencia

Y el viento despeina los cabellos de las madres que trajinan a la iglesia





Hay un perro que ladra incesante en la equina

Un viejo que duerme la siesta por vigésima vez

Y Gervasio que riega el césped sediento





Hay una radio encendida
en una 
estación 
de viento y truenos

Hay pájaros encandilados
 por el sol del verano que solamente reposan

Y Jesús que se ha bajado del madero estira las piernas por 
un rato





El camino de piedras se ha vuelto un camino de encanto

Y el cielo es límpido y celeste 
y quieto y continente

Y solamente 
una nube peregrina 
por la cúpula azul

Así será


Será así


Y así siempre










Continuará el viento sobre los cabellos de las madres

Va a seguir
 el niño un rato 
más contra igual portón

Y caerán 
todavía más pétalos  sobre la tierra





Gustábamos largamente 
de las 
horas intrascendentes

Bebíamos 
de su luz 
y quietud 
inusitada y recóndita

Y el domingo daba sentido
 a lo que 
nunca otro día existía

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