He visto el
rostro momificado
del gran
poeta césar vallejos
y juro que
clarito lo he visto
insondable,
pretérito, adusto.
Viejo cuerpo
de césar vallejos
que lo he
visto tan momificado.
Créanme que
no fue una visión
motivada por
el cruel anhelo,
ni nostalgia
apacible al espectro.
No, fue un
cara a cara entre dos muertos.
Fue cuando
esa vez deambulaba
tras la lira
de césar vallejos
que encontré
su resto demacrado
y reseco de
recuerdo viejos;
y es que
estaba tan desconocido
que cuesta
pensarlo una vez vivo.
Juro que no
atiné a decir nada
y fue él
quien habló de ésta manera:
"Quién hace tánta bulla, y ni
deja
testar las islas que van
quedando..."
“… ¿No subimos acaso para abajo?
Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!”
Buscaba la
lira de vallejos,
y encontré
su despojo reseco,
sin carne,
malhumorado y viejo,
y fue un
cara a cara entre dos muertos.
(En Homenaje a Trilce, geografía donde habita un poeta. MG, 2015)
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