Lívida y trémula la carne
la
del ahorcado
"Discúlpenme quiero
ir a verlo del otro lado"
Cuelga tiesa y ardua la carne
la
del ahorcado
"De no existir nada
qué importa" dice el ahogado
Ya no desprende ningún aire
el
muy extraviado
"ya no extrañaré
a Eliacim, hijo mío amado"
Negra lengua. Lívida carne
así
se ajusticia
el tan olvidado
en salto fatal y angustiado
Y habla con un claro mensaje
atado
a su pecho
"Adiós hijo amado"
Tu padre.
Dice el ahorcado
(A la obra "Mrs. Caldwell habla con su hijo",
de Camilo José Cela)
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