Que tú me digas poeta.
Tú crees que así me halagas,
yo creo que es una daga
que me clava, que me clava.
Que tú me digas poeta.
Tú crees que así me agrada,
cuando en mí solo hay martirio
que me inquieta, que me inquieta.
Que tú me digas poeta,
creo yo, no lo sé, como
que es vestirme con lo ajeno
que me aprieta, que me aprieta.
Cada vez que tú me dices
"poeta", ¡tanto me abrumas!;
quien sí que muere en su letra
es el poeta, el poeta.
Que tú me digas poeta.
Tú dices como lisonja,
yo creo que es como esponja
que me congoja, congoja.
Es que me llamas poeta
como si fuera tal cosa
mientras penando recorro
por las espinas la rosa.
Poeta no, espantapájaros,
que es justo lo que creo hoy,
al creer lo que si soy
lo que no espanta, ni es
pájaro.
¿Poeta dices que soy?
Yo digo que no, que no,
por más que la poesía
me diga a veces que hoy
es hoy.
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