- ¿Y adónde vas al fin?
- le
dice aduno
la piedra al agua;
¿acaso vives
sin rumbo alguno?
- Sin rumbo vivo
es cierto amigo,
y caigo cuanta vez
que puedo hacerlo
y así me voy y me subo
- contesta el agua en avidez
- Así, ¿te vas y subes?
¿acaso puedes
bajar arriba
subir abajo?
¿acaso puedes?
- ¡Con mucho antojo lo consigo!
- Envidia tengo
a tu destino de agua
viajera líquida
que sube y baja
que pasa y pasa
-así
replica
- ¿Envidia dices,
de qué? Sin piedras,
pregunto ¿qué sería
del agua -¡seca!-
sin fe o camino?
y ¿qué sería
-pregunto- el paso a dónde voy
si nadie marca el paso a dónde voy?
¡Abismo, vuelo… solo es aire, así sería!
Mi rumbo vivo solo es dable
al cauce, piedra, que me tiene
así me guías el camino,
sostienes y eres tan amable.
(Parábola:
Alegre piedra tuerce el río
-¡con cuánta fe que lo hace!-
y baja el agua por su cauce
de piedra con su buen motivo)
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