No sé si fue en la noche o en el mismísimo día,
si en la frágil hora o en el crepúsculo vacío;
“¡adiós, adiós!” fue ayer y por caso yo moría
no sé si fue en la brasa o en la ventisca del frío
la cosa que quemaba en el ungüento que había.
Ayer fue tan soleado y hoy es tan tuyo tan mío
no sé si fue en la noche o en el mismísimo día
la hoguera en que me hallé tan solitario y sombrío.
“¡Adiós, adiós!” ¿qué dices? ¿a quién al fin espero?
Escondido, apaleado, vengo yo primero
a conmemorarte finalmente en un soneto,
como si así, amada mía, al final el olvido,
a fuerza de verso y letras trajera lo habido
del recuerdo: el olor de tu flor y su secreto.
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