Una flor es un rubor
que le resulta al invierno
y es la parte de un dolor
que se recuerda tan tierno
cándido ha sido el infierno
y de hielo como el amor
que ha renunciado al color
por otro frío tan tierno.
Por ello se va el invierno
y vuelve sutil la flor,
porque no hay nada mejor
que un círculo tan eterno.
Un olor es un fervor
que huele a tanto gran amor
prisionero en un cuaderno
de evocaciones que cierno
a hedores de un anterior
frío que por fe y error
permanece en el interno
desafío del amor.
Por ello se va el invierno
y vuelve sutil la flor,
porque no hay nada mejor
que un círculo tan eterno.
Un color es la mayor
destreza con la mejor
mirada con la que alterno
el olvido del infierno
al recuerdo del amor
y el recuerdo del dolor
al vacío del averno,
son matices del color.
Por ello se va el invierno
y vuelve sutil la flor,
porque no hay nada mejor
que un círculo tan eterno.
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