Hay noches en que sueño
que fumo largamente[1]
y el humo se convierte
en un elemento nuevo
repleto de imágenes vaporosas
que flotan de manera
insustentable
durante esas horas oscuras
donde la soledad parece
tomar forma clara de mujer[2]
oscura
siento que vuelo en el humo
del incienso encendido
por la nostalgia y el
desamparo
vuelo he dicho que no es lo
mismo que volar
vuelo es de una vez la forma
imaginaria
donde el cuerpo se suspende
y la gravedad abandona los
pensamientos
que caen como manzanas sin tentaciones
volar es otra cosa/ es mover
las alas y perderse
es que hay noches en que
también me pierdo
lleno de preguntas que
atesoran y asfixian
la memoria de los hombres y
de las cosas
y una voz grave
resuena/evocación de lo perdido
“un charco es mi memoria”[3] un
charco lóbrego
y tenebroso que sueña dentro
de mi
como si toda mi evocación
resultara una ciénaga de lodo
hay noches en que sueño
que fumo largamente
y no sé si es el humo
o la gravedad que se ausenta
pero solo logro salir de esas
noches
tosiendo largamente
hay días que amanezco
tosiendo espléndidamente
son día intensos y tan
ilusionados
que el aire de la vida me
transforma en blanco espejo[4]
y me llena de satisfacción y
de alegría
saber que el humo ha sido
solamente un sueño
que rápido se rompe y se olvida de mi lóbrego reflejo
[1] Lo cual es muy extraño ya
que nunca he fumado y mucho menos largamente.
[2] Lo cual también es muy
extraño porque siempre es la misma mujer.
[3] Cita del poema: “Pasado en
claro” de Octavio Paz.
[4] Es probable que esto se
trate de una analogía con la luna llena que permanece en el día luego de largas
noches sin lunas.
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