El portero trabaja de portero,
y mal que mal le va bien.
El maestro se oficia de maestro,
y mal que mal le va bien.
El bancario trabaja de banquero,
y mal que mal le va bien.
El político se emplea a
político,
y mal que mal le va bien.
El comerciante revende y
comercia,
y mal que mal le va bien.
Pues sí, el hortelano vende su
huerta,
y mal que mal le va bien.
Y así con el médico y el
ingeniero,
y mal que mal les va bien.
También al astronauta y al
repostero,
y mal que mal les va bien.
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Pero si un poeta hace de un poeta:
bien que bien le va muy mal.
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