En el año 1032 de nuestro Señor
Jesucristo
un hombre cuyo nombre era Juan
de Vital
escribió sobre un arruinado
pergamino:
“clarea a contra rosa como en un vitral”.
Ya en el año 185 de nuestro
Señor Jesucristo
en carta de respuesta al
apóstol San Pablo
algún filipense escribió sobre
un papiro:
“clarea a través de la rosa que se abrió”.
En un cuento Chino de
procedencia uigur
probablemente en la dinastía
Shang
se escribió en la caparazón de
una tortuga:
"aclara el día en el loto de esmalte azur".
En la histórica epopeya de
Gilgamesh
natural de Urk, Inanna la diosa
que ama,
cincela sobre la arcilla y en
idioma acadio:
"contigo la rosa amanece como en llama".
Ya en el año 1781 de nuestra
era, ésta vez en Cuzco,
y en idioma aimará, antes de su
ejecución,
la mujer de Tupac escribió en
un papel:
“el día amanece en una rosa sin son”
***
¿Será posible que a través de
tanta historia
el hombre copie la mirada de la
rosa?
¿o es que acaso el signo de
forma milagrosa
atrapa la continuidad con su memoria?
¡Es el hombre el que así se
copia cuando escribe
viendo el día por cada flor, en
cada rosa,
sosteniendo en el signo al
tiempo y su furiosa
acometida con la muerte tan proclive!
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