Como el agua que espera
en el cuenco de un hoja en el
árbol
así, del mismo modo,
diáfano, húmedo, paciente,
aguardo mi momento, mi
arrebol
para alcanzarte con un par de
gotitas
tu rostro de nube iluminada
y así, de manera inusitada
mojar toda tu tristeza
con caricias infinitas
y secarte, y secarte
cada una de tus lágrimas malditas
que te mojan en surcos
parte a parte
y hacen de tus huellas
la senda de mi desdicha que
no se quita
ni aún sequita, ni aún
sequita
cada vez que te mojas
me caigo desde mi cuenco
desde donde aguardo mi
momento
y es cuando me salpicas y me
arrojas
humedeciéndome por completo
¡cuánta delicia fresca hay en
el agua
cuando en cascada abrazan tus secretos!
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