Vuelas alrededor
de tu propia sombra,
cono invertido
de silencios y de sombras
– rudimento opaco del olvido,
y marchas en la hora de la siesta
caprichoso, insensato, como dormido.
Quiero mirar a partir de tus ojos mudos
que miran
con avidez la hora insensata de lo habido
porque sé – lo supe siempre,
que desde ahí puedes ver
la distancia del abismo
que gira y gira,
perforando la tierra
contra sí misma.
¿Dónde quedó tu voz, pájaro mudo?
¿En qué vuelo se perdió tu canto?
Y así meces el viento
como si acunaras un nido
que arrulla despacio
con brazos de espigas
a un quieto niño adormecido
envuelto en un cuerpo
sin fe ni sonido.
Pájaro mudo
vuelo callado
que dibuja la hora
del día anhelado,
desde aquí te miro
tan sombrío
tan tardío
ciego y cansado de tanto hastío,
tu sin voz
yo sin sonido
y la hora de la tarde
que se ufana
de habernos muerto
un tanto más,
pájaro mudo
tu tan rufián
yo tan desnudo.
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