Desde el día en que nací
vengo perdiéndolo todo;
perdiendo de cualquier modo
desde el día en que nací.
Me ha sacado cuanto fui
la vida de todos modos
y sacándome de todo
se va alejando de mi.
#
Se han ido tantos amigos
tanto paisaje querido
y tanto amor que he tenido
– además de ser
testigo –
que ya no quiero perder
ni la escama de mi piel;
me dejó así la tan cruel,
sin quererme perecer.
#
Y voy perdiendo de todo:
formas, colores, miradas,
se están yendo silenciadas,
paso a paso se va todo;
que al menos quite el dolor
del recuerdo y del saber,
que no se sabe que hacer
con lo que evoca el querer.
#
Pero ¡ay!, que no huya la siesta,
ni el sabor de la sandía
ni la chicharra en el día
ni la esperanza supuesta
que se esconde entre las sombras
de los árboles añejos
y que vienen de tan lejos
que hasta la vida se asombra.
Que no se vaya esa fiesta
de los niños escondidos
que yacen sin ser vencidos
y que creen sin respuesta.
#
Que no se vaya, que no,
el tiempo que nos fascina
en hora que no termina
que no se vaya, que no.
Que siga muriendo yo
perdiendo de cualquier modo
paso a paso casi todo
pero ¡ay!, que cese el adiós
de robarme cuanto fui
desde el día en que nací,
y que ya cese éste adiós
por dios ¡oh dios, que ya cese!
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