Mi amiga María dice con insistencia, que los dedos no piensan,
a mí me parece que no es así
Yo, en varias oportunidades, supe pensar con mis dedos
¿Cuántas veces mientras acariciaba lo rugoso de una piedra
no han pensado mis dedos que el tiempo es como ese silencio
inexplicable y rígido, en que se transforma la tierra?
Otras veces incluso, al tacto del agua
mis dedos soñaron con el sueño de peces
que encandilados de luces
mordieron la arena y remontaron el cielo
La última vez que recuerde, mis dedos pensaron
en un camino de plises
mientras avanzaba por su rostro arrugado
rumbo a las estrellas
Efectivamente
los dedos piensan
(¡y recuerdan!)
por eso no es bueno
con ellos, hacer un chasquido
que es como un golpe
a la memoria del tiempo.
MG, Resistencia 2015
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