Que dice el epitafio en la bóveda de espanto
si el cuervo fue comiendo el recuerdo del lamento
y la cripta ha cegado hasta el signo en su tormento,
sinrazón sin igual que evoco hoy con éste canto.
Del amor nadie dice, lo que fue ni qué se hizo
y en tumbas del olvido hay calor de un cierto
hechizo,
abrazos que se abrazan, brasas de ardor rojizo
que queman y se encienden en versos que utilizo.
Leña del amor que arde, quema que se hace tarde,
que la noche es un pozo de la hora que hace alarde
y que la verdad se hunda y que bien al fin te guarde,
y que nadie reviva lo atroz y tan cobarde.
Yacen los muertos-muertos, de huesos tan abrasados,
que se dirá en el tiempo que son como amigados
por el grado infinito de un Dios que ha sentenciado
en lápida maldita: "amad sin ser avezados".
Que ande la noche eterna entre recuerdos y olvidos
que el amor no trasciende el hueso ni los oídos
del esqueleto que un día amó en esos sonidos
el ¡ay!
lleno de sed y hoy tan reseco de fluidos.
Besa mientras hay fuego, bebe mientras hay vino,
si el cuervo va comiendo el recuerdo del camino
por tumba no hay abrazos, vate ni pergamino
que escriba un epitafio, ni sacro ni divino.
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