Noche de luna llena, noche del alma
mía,
que trazas en lo oscuro la
inquietud del sentido,
he de ser en tus brazos lo que un
astro en el día
y escrito en azabache seré un verso
perdido.
Noche del alma mía, noche de luna
llena,
el corazón retumba en un son
despavorido
con signos que despiertan y
escriben mi condena
muy negro es el deseo y negro lo
que he querido.
Oh musas, oh poeta, ¿dónde ha ido
esa flecha
que marca y que señala así el
camino del día
en esta noche intensa donde el
verbo sospecha
que sí ha sido la muerte, lo que el
hacer hacía?
Noche de luna llena, noche del alma
mía,
que evoca cuanta cosa entre lo
negro y la rosa
sabiendo que ha perdido la forma en
lo que había
sin sospechar siquiera en letra
fuliginosa.
Nítida visión ciega, mirada quieta y frío,
suspira afuera el viento bocanadas de tedio,
sorpresa sin medida, desconcierto de brío,
crece oscura la noche en su negrura de asedio.
El búho es el que mira los flecos de la luna
mira y habla, habla y mira, entre los árboles secos
y así es que gira y gira, sin ninguna fortuna
¿o es mi propia cabeza que gira llena de huecos?
Es mitad de la noche, hora sola en la que sueño
encontrarte en mi cuarto, tendida en mi aposento
cubriéndote la cara, asir fuego de mi leño,
o tan solo esperando el amor y su tormento.
¿Dónde ha ido la luna?¿Luna llena de hastío
si la noche no acaba y la muerte nos encierra
exagerando una fosa, al costado del río?
¡Hete aquí el vil osario, hecho así sobre la tierra!
Silencio en la buena hora, sólo se oye a mis tripas
y es sonido tan mío, tan lúgubre y vacío,
como un rugir felino que anuncia las desdichas
de la casa en silencio y un afuera tan frío.
Noche de luna llena, noche del alma
mía,
en que me hallo cautivo arrastrado
por mi pena
déjame dormir que no me salvo
todavía,
noche del alma mía, noche de luna llena.
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