Cae una hoja de un árbol
lentamente
la veo flotando y
balanceándose
con el peso de una pluma que
cae
es la distancia exacta entre
la rama y el suelo
el especio absoluto de su leve
existencia
sólo en ese instante que
vuela, existe y es mi desvelo
deja de ser rama o árbol, “lo
otro” que la mantuvo y cae ágil,
todavía no es suelo ni tierra,
“lo otro” que lo ha de devorar,
y es tan solamente leve y
flota y cae, resignadamente frágil
en ese espacio entre la rama
y el suelo
una hoja “cree” firmemente en
su destino y cae
y mientras cae, quiere creer ciertamente
sin consuelo
dirá que es libre de caer a
donde quiera
dirá añorar con certeza lo
que ha perdido y lo que cuelga
dirá que la tierra es el
lugar del final, lugar a donde se volviera
esa hoja pudo no soltarse
jamás de aquella rama
ni caer jamás de tal
distancia hasta el suelo
pero lo hizo y la he visto
caer en su parsimonioso drama
acaso el caer sea su naturaleza (¿tú
también lo viste?)
mira hacia ese árbol y escribe
su caída
si lo ves hay alguien que te escribe – ergo: Dios existe.
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