Escribir
con una máquina de escribir
es distinto
se preparan los dedos
laxos y ordenados
sobre tres hileras de
quebranto
y hemos de asestar
golpe tras golpe
con cierta fuerza
inusitada/ tanto al polvo
como al tiempo
mientras se disparan
los dispositivos
de resortes y de fierros
que expectantes
siempre esperan el sentido
las oraciones se suman
con golpeteos rítmicos
y la letra es una sístole
una diástole
que se fragua en canciones
que retumban de un tiempo
de niñez y de tambores
y no hay nada más mágico
que el sonido agudo
de las campanillas
que avisan tantas cosas
como el margen de la hoja
o la dimensión del entre líneas
¡habla con nosotros!
mientras el carrusel de tinta
en rojo y negro
gira y gira
y gira
lleno de esperanza
y es como una luna
roja y negra
que gira y gira
en la órbita
de nuestra más santa paciencia
con el tiempo
ella logra escribir
en nosotros
“amor aquí te espero”
tac-tac-tac-tac tac-tac tac tac-tac-tac…
y para nosotros es lo mismo
con tal de abolir tanto
silencio
tanta ausencia despiadada
la hoja es su alimento
voraz absorbe sus nutrientes
se mete por detrás de su
cilindro
y renace por fuera de su
vientre
¡así queda lista!
y aguarda la embestida
y entonces repiquetean
las formas de los signos
siempre malogrados
más fuertes más sesgados
más arriba más abajo
más pálido más marcado
¡y es una fiesta la lluvia de
los signos!
hay ritmos
hay
pausa
hay emoción
hay
recuerdo
y hay mensaje
pero por sobre todo
hay un armatoste sobre mi
escritorio
que me abre siempre
las ventanas de mi trémulo
paisaje
yo dudo que en verdad
haya sido el hombre
quien la ha inventado
no/ no debe ser así
debe ser la máquina en que
Dios
escribe su legado
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